Nuestra historia, desde el nacimiento del movimiento obrero hasta la primera guerra mundial
Para los trabajadores que participan activamente en los esfuerzos por reconstruir el movimiento obrero de los Estados Unidos, un conocimiento firme de la historia de este país es esencial. El estudio de esta historia pone de manifiesto sobre todo el papel central que desempeña la lucha entre la clase obrera y la clase capitalista en la configuración de nuestra sociedad.
Desde la perspectiva del presente, en el que la clase obrera está empezando a entrar en acción tras décadas de paz organizada por las burocracias sindicales y el Estado, es difícil imaginar que la clase obrera estadounidense fue en su día la clase obrera más avanzada y combativa del mundo. Este breve artículo, basado en una presentación interna de la Escuela Sindical RWC-CTR, repasa este importante período de aguda lucha de la clase obrera, que coincide con el nacimiento del movimiento obrero estadounidense.
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I. El ascenso del capitalismo de monopolio
El movimiento obrero estadounidense se remonta al final de la Guerra Civil (1861-1865), en la que la clase capitalista liquidó la institución de la esclavitud, un obstáculo para el desarrollo capitalista. La industria se expandió de forma espectacular, un 1.800% entre 1859-1914. Su carácter también se transformó, pasando de la industria ligera (textil, harinera, de transformación de la madera, etc.) antes de la guerra a la industria pesada tras el final de la misma. A principios de la década de 1880, la industria estadounidense ocupaba el primer lugar en el mundo y, a nivel nacional, la industria superaba por primera vez a la agricultura.
Este desarrollo rápido del capitalismo no se debió a algún carácter “excepcional” de Estados Unidos. No tuvo nada que ver con una supuesta “ética del trabajo”, ni fue el resultado de los “valores” anunciados en la Declaración de Independencia y consagrados en la Constitución. Más bien se debió a una serie de factores:
No existía un sistema feudal muy arraigado, por lo que había pocas barreras al desarrollo capitalista, por ejemplo, había un mercado laboral relativamente libre. Después de la Guerra Civil, todos los obstáculos políticos a la expansión del capitalismo fueron barridos.
Hubo un vasto mercado interior unificado, que fue posible gracias a la abolición de la esclavitud y la unificación del Norte y el Sur, la expansión hacia el Oeste, la afluencia de mano de obra inmigrante y la construcción de ferrocarriles a gran escala.
Estados Unidos desarrolló el capitalismo de forma tardía, utilizando trabajadores, capital y técnicas importadas del extranjero. La mano de obra inmigrante fue especialmente importante en la expansión del capitalismo estadounidense desde el principio.
Estados Unidos se enriqueció gracias a la violencia ejercida sobre otros pueblos y naciones: primero, el saqueo de la población indígena de América del Norte y la esclavitud de los africanos; después, la agresión en América del Sur y Central, Asia Oriental y el Caribe.
El crecimiento del capitalismo estadounidense creó posibilidades de productividad nunca soñadas por la humanidad. Pero las mismas fuerzas colosales de producción condujeron a crisis más profundas que ninguna otra que se hubiera experimentado en la historia del mundo. Entre la Guerra Civil y la Primera Guerra Mundial se produjeron seis grandes crisis económicas, cada una de las cuales provocó fuertes caídas de la producción y un desempleo masivo. A medida que las empresas más débiles fracasaban, las más fuertes se hacían cada vez más grandes, dando lugar a la aparición del capitalismo monopolista.
El primer trust de monopolio de los Estados Unidos fue la Standard Oil Company. Los trusts eran esencialmente “sindicatos” centralizados de capitalistas. Para obtener enormes beneficios de monopolio, los trusts utilizaban su gran tamaño y su dominio del mercado para fijar los precios, controlando la producción en una industria determinada.
Los monopolios también aparecieron en la banca. Los bancos monopolistas (Morgan, Rockefeller) concedían préstamos a largo plazo a la industria, invirtiendo en la producción, mientras que los industriales controlaban los bancos mediante la compra de acciones. En la década de 1890, el capital bancario y el industrial se fusionaron para crear un capital financiero todopoderoso. A principios del siglo XX había 8 grandes grupos financieros: Morgan, Rockefeller, Kuhn, Loeb & Co. Mellon, Dupont, Chicago, Cleveland, Boston. A través de los grandes monopolios, la oligarquía financiera controlaba toda la economía y dominaba el Estado estadounidense, con representantes de los monopolios ocupando los principales puestos del gobierno. Esto sigue siendo así en la actualidad.
II. La situación de los trabajadores
En Estados Unidos, como en todos los países capitalistas, la clase obrera creó la riqueza de la sociedad. Y la clase obrera era cada vez más productiva. Por ejemplo, el sistema Taylor, desarrollado en las últimas décadas del siglo XIX, implicaba una especialización extrema y la reducción del trabajo a tareas simples y repetitivas, eliminando todos los movimientos “inútiles”. Bajo este sistema, los trabajadores eran pagados por unidad de producto, lo que les animaba a producir lo máximo posible en el menor tiempo posible.
Pero el aumento de la productividad del trabajo se encontró con una mayor explotación y peores condiciones de trabajo y de vida.
A medida que los trabajadores eran desplazados por la maquinaria que ahorraba trabajo, el desempleo aumentaba. Entre 1897 y 1914, la tasa de desempleo alcanzó una media del 10%.
Los trabajadores negros tenían los puestos de trabajo peor pagados, con salarios entre el 30 y el 50% de los de los trabajadores blancos.
Las condiciones de trabajo eran terribles, con accidentes y enfermedades laborales muy extendidas.
La situación general: por un lado, el capital de monopolio se enriquecía enormemente gracias a la clase obrera cada vez más productiva; por el otro lado, las masas trabajadoras vivían en la miseria. Esta es la consecuencia inevitable de un sistema de producción en el que una pequeña minoría es dueño de los medios de producción mientras que la gran mayoría sólo puede llegar a fin de mes vendiendo su capacidad de trabajo por un salario.
III. Los trabajadores se defienden
La primera gran organización obrera de Estados Unidos fue los Caballeros del Trabajo (KL), fundada en 1869 por nueve sastres de Filadelfia. Era una organización de transición que reflejaba los cambios que se estaban produciendo en la sociedad. Por un lado, el KL representaba a la mano de obra artesanal que estaba desapareciendo, mientras que por otro lado, anticipaba la solidaridad organizada de la clase obrera desarrollada. El punto débil del KL era que incluía a los pequeños propietarios, y no sólo a los trabajadores.
En 1881 se fundó en Pittsburgh la Federation of Organized Trades and Labor Unions (FOTLU), organización precursora de la American Federation of Labor (AFL). La FOTLU, y posteriormente la AFL, restringieron su organización de la clase obrera a los trabajadores cualificados, organizados por nacionalidad. Esto equivalía a remar a contracorriente de la historia, ya que el proceso laboral se simplificaba cada vez más, requiriendo pocas habilidades, mientras que la clase obrera se reponía constantemente con oleadas de inmigración. No obstante, la FOTLU y la AFL supusieron una mejora con respecto a la KL.
Durante este período, las luchas de la clase obrera contra el capital se hicieron cada vez más regulares y violentas. Dos ejemplos:
Durante la larga huelga de 1874-1875, 10.000 mineros, en su mayoría inmigrantes irlandeses, se declararon en huelga durante 7 meses contra una reducción salarial. Las autoridades del carbón formaron su propia fuerza policial para matar a los huelguistas, mientras que la Agencia de Detectives Pinkerton fue contratada como milicia privada para infligir violencia a los trabajadores. El gobernador envió tropas armadas para atacar a los huelguistas. La huelga fracasó y 20 de los trabajadores en huelga fueron condenados a morir en la horca.
Después de que el Ferrocarril de Baltimore y Ohio recortara los salarios en 1877, 100.000 trabajadores se pusieron en huelga durante 69 días en la Gran Huelga Ferroviaria. La huelga se extendió a muchas ciudades más y fue la primera huelga a escala nacional. El gobierno estadounidense envió tropas federales para combatir a los trabajadores, mientras que las compañías ferroviarias formaron milicias. Alrededor de 100 trabajadores murieron antes de que la huelga fuera derrotada. La clase obrera estadounidense salió de la huelga con una comprensión más clara de la lucha de clases y una militancia renovada.
IV. La lucha por una jornada de 8 horas
En 1884, la FOTLU resolvió hacer huelga hasta que se concediera la jornada laboral de 8 horas. Eligieron el 1 de mayo de 1886 como día para el establecimiento de la jornada de 8 horas. En ese momento, la FOTLU contaba con 50.000 miembros, y comprendió la realidad de que la lucha por la jornada de 8 horas tendría que implicar huelgas no sólo de sus propios miembros, sino de los miembros de la KL en general, así como de las masas obreras no organizadas.
La agitación en torno a la jornada de 8 horas condujo a un aumento de la militancia laboral. En 1881-1884, las huelgas y los cierres patronales afectaban a unos 150.000 trabajadores al año. Pero en 1885, 250.000 trabajadores fueron a la huelga, y en 1886, las huelgas involucraron a unos 600.000 trabajadores.
El centro de la huelga fue Chicago, donde se formó la Asociación de las 8 Horas para preparar la huelga del 1 de mayo. Esta organización estaba formada por sindicatos afiliados al Partido Socialista Obrero, a la AFL y al KL, cuyos dirigentes trabajaron abiertamente para sabotear el movimiento. (Este sabotaje contribuyó al declino del KL y al crecimiento de la AFL.)
El 1 de mayo de 1886 los trabajadores de todos los sectores de Chicago se pusieron en huelga. En contra de los trabajadores, el gobierno y los patrones trabajaron para destruir a los líderes militantes. El 3 de mayo, la policía atacó una reunión de trabajadores en McCormick Reaper Works, matando a seis trabajadores. El 4 de mayo se celebró una manifestación en Haymarket Square para protestar por el brutal ataque policial del día anterior. Se lanzó una bomba contra la multitud, matando a un sargento. En la batalla que siguió, murieron siete policías y cuatro trabajadores. Después, cuatro líderes obreros militantes fueron ahorcados, mientras que otros fueron encarcelados. Así comenzó la ofensiva del capital contra la clase obrera.
En 1888, la AFL decidió renovar la lucha por la jornada de 8 horas, esta vez eligiendo el 1 de mayo de 1890 para otra huelga nacional. El 14 de julio de 1889, centenario del asalto a la prisión de la Bastilla en la Revolución Francesa, trabajadores de todo el mundo se reunieron para fundar la Segunda Internacional, organización sucesora de la Primera Internacional, la organización de 8 millones de trabajadores que se había disuelto en 1876. En el Congreso fundacional de la Segunda Internacional se resolvió organizar una manifestación internacional el 1 de mayo en apoyo de la reivindicación de la jornada de 8 horas.
V. Día de Mayo
El 1 de mayo de 1890, los trabajadores de EE.UU. y Europa celebraron una huelga general por la jornada de 8 horas. En Union Square, en Nueva York, los líderes de la manifestación hablaron de su programa: “Mientras luchamos por la jornada de 8 horas, no perderemos de vista nuestro objetivo final: la abolición del sistema salarial. ”
La clase obrera marchó por primera vez como un solo ejército, bajo una sola bandera, luchando por un objetivo inmediato -la jornada de 8 horas- en la línea de una sociedad futura en la que los trabajadores serán sus amos.
Hoy, 1 de mayo, es el Día Internacional de los Trabajadores. Por la fuerza de los números, por el carácter organizado de los destacamentos laborales y por la exhibición de la conciencia de clase, el Primero de Mayo existe para demostrar el poder de la clase obrera, unida tanto dentro como fuera de las fronteras.
Sin embargo, en Estados Unidos -el país cuyos mártires obreros se conmemoran en todo el mundo el 1 de mayo- el Estado se niega a reconocer el Día Internacional de los Trabajadores. En 1947, el gobierno estadounidense proclamó en su lugar el 1 de mayo como “Día de la Lealtad”.
Nuestros adversarios de clase nunca han rehuido mostrar su abierta hostilidad hacia las masas trabajadoras de este país y del mundo. El 1 de mayo de 2020, Joe Biden estuvo a la altura de las vulgares tradiciones de su clase al declarar de nuevo el Primero de Mayo como “Día de la Lealtad”. Nosotros, la clase obrera multinacional de EEUU, sólo podemos saludar tales insultos intensificando nuestros preparativos -ya en marcha- para las grandes batallas de clase que se avecinan.